Encuentros nocturnos en Montserrat
En la oscuridad de la noche, el parador de El Bruc, en la cara oeste de Montserrat, se convierte en un lugar de reunión para decenas de personas que buscan lo inexplicable. Estos encuentros suelen empezar con un aire de caos, pero rápidamente se organizan bajo la guía de los más experimentados en la materia. Montserrat es considerada una «montaña mágica», un lugar propicio para conectar con «los señores del cielo», como lo afirman los participantes.
Los asistentes avanzan por senderos abruptos, iluminados solo por móviles y linternas frontales, hasta llegar a miradores estratégicos donde se dividen en grupos pequeños. Aquí, cada ufólogo o espiritista expone su versión sobre lo que podría aparecer en el cielo. Aunque muchos aseguran tener pruebas documentadas, son reacios a compartirlas, alegando que es «el trabajo de toda una vida».
El legado de Luís José Grifol en Montserrat
Durante más de 40 años, estos encuentros en Montserrat fueron liderados por Luís José Grifol Gutierrez, un ufólogo que afirmaba tener contacto directo con seres de otros mundos. Según el creador de contenido Carles Tamayo, quien ha asistido a más de una decena de estos encuentros, Grifol era la figura central de estas reuniones hasta que dejó de participar en 2019 por motivos personales.
Grifol, autor del libro Vivencias de un contactado (1994), estaba convencido de su misión de divulgar la existencia de los «señores del cielo» y la realidad fantástica que rodea a Montserrat. Aunque ya no participa, su influencia sigue presente, y la montaña continúa siendo un punto de atracción para creyentes y curiosos.
Montserrat: una montaña llena de mitos y leyendas
Más allá del fenómeno OVNI, Montserrat ha sido escenario de innumerables leyendas y mitos a lo largo de los siglos. Una de las historias más conocidas es la de La Moreneta, una virgen negra que, según la leyenda, fue encontrada por unos pastores en el año 880 en una cueva de la montaña. Este relato marcó el inicio de una serie de cuentos medievales que han perdurado hasta nuestros días.
Aunque hoy en día se sabe que La Moreneta es una talla románica del siglo XII, la simbología que la rodea sigue siendo poderosa, especialmente para aquellos que buscan explicaciones sobrenaturales a los fenómenos que observan en Montserrat. La cercanía de la montaña a aeropuertos y el paso frecuente de la Estación Espacial Internacional (ISS) podrían explicar algunos avistamientos, pero la atracción por lo místico sigue siendo fuerte.
El interés nazi en Montserrat
La fascinación por Montserrat no se limita a los entusiastas de lo paranormal. A lo largo de la historia, la montaña ha atraído a figuras de todo el mundo, incluidos algunos de los personajes más oscuros de la historia reciente. En 1940, Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS nazis, visitó Montserrat en busca del Santo Grial, atraído por las leyendas que rodean al macizo.
Según el experto en la montaña Ricard Fernández, el interés alemán en Montserrat comenzó mucho antes, en el siglo XIX, cuando el erudito prusiano Wilhelm von Humbold visitó la montaña y quedó maravillado por los ermitaños que la habitaban. Esta fascinación se extendió hasta las óperas de Wagner y, finalmente, hasta los nazis, quienes veían en Montserrat un lugar de poder simbólico.
Sin embargo, la creencia de que Montserrat esconde el Santo Grial es solo un mito. Fernández explica que la montaña no es hueca, sino un cúmulo de 1.500 metros de cantos rodados y fango acumulados durante millones de años. Lo que hace especial a Montserrat es su morfología única y la rica simbología que la rodea, más que cualquier tesoro oculto.
Montserrat: un símbolo de la espiritualidad humana
Montserrat es más que una montaña; es un lugar donde lo místico, lo religioso y lo simbólico se entrelazan, reflejando la necesidad humana de conectarse con algo más grande que sí misma. Esta montaña icónica sigue siendo un punto de encuentro para aquellos que buscan respuestas más allá de lo visible, manteniendo viva la rica tradición de leyendas y mitos que la han rodeado durante siglos.