La familia de la joven: entre la fe y el miedo
La familia de la joven era profundamente religiosa, con una vinculación estrecha a sectores ultracatólicos de la Iglesia. Especialmente la madre, quien estaba convencida de que su hija tenía «alguien en su interior». La familia formaba parte de movimientos religiosos de corte conservador, como la Milicia de Santa María, conocida por sus prácticas rígidas y devotas.
Este entorno religioso contribuyó a que los padres buscaran en la Iglesia una solución para los problemas que atravesaba su hija, quien había sido diagnosticada con anorexia y presentaba signos de desequilibrio psicológico. Todo se precipitó después de un intento de suicido, al precipitarse la joven desde un tercer piso, quedando temporalmente en silla de ruedas.
Jesús Hernández: el exorcista de Valladolid
El exorcista Jesús Hernández, sacerdote y canónigo penitenciario de la catedral de Valladolid, fue quien dirigió los ritos de exorcismo. Hernández era conocido por su devoción y por su firme creencia en la posesión demoníaca como causa de los males que aquejaban a la joven.
En su testimonio para El Mundo en diciembre de 2014, aseguró que la joven estaba poseída por el diablo y que el ritual fue “perfectamente reglado y autorizado al más alto nivel”. El exorcista, convencido de que la posesión era total, llegó a recomendar a la joven abandonar la medicación prescrita por sus médicos, un consejo que tuvo consecuencias devastadoras.
El ritual: 13 exorcismos extremos y sus efectos
Los 13 exorcismos realizados sobre la joven fueron descritos como ceremonias extremadamente perturbadoras. Se llevaron a cabo en la iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana. La joven era sujetada por los brazos y piernas mientras se le colocaban crucifijos sobre la cabeza y el cuerpo, y se le obligaba a beber agua con sal. Jesús Hernández recitaba oraciones, demandando al diablo que se identificara, utilizando frases en latín como «Bestia inmunda, dime, ¿cómo puedes ser dominada?». La falta de respuesta por parte de la joven fue interpretada por el exorcista como una señal de posesión total.
En su relato, la joven describió sentir un profundo «dolor, miedo e impotencia» durante los rituales, e incluso llegó a pedir que se detuvieran, aunque sus súplicas no fueron escuchadas. Este tipo de ritual, aunque parezca sacado de otra época, muestra que los exorcismos siguen siendo una práctica viva en algunos sectores de la Iglesia, donde se considera que ciertos problemas psicológicos pueden tener un origen demoníaco.
Xenoglosia y manifestaciones sobrenaturales
Durante los exorcismos, la joven mostró un comportamiento que alarmó aún más a sus padres: comenzó a hablar en un idioma desconocido. El exorcista identificó este idioma como arameo, un fenómeno conocido en la literatura demonológica como xenoglosia. Según los tratados de Demonología, como la ‘Summa demoniaca’ de José Antonio Fortea, que realizó el conocido como exorcismo de Marta, la xenoglosia se explica como una manifestación de la disociación de la conciencia, donde el poseído adquiere conocimientos de otra entidad.
Un ritual de ordalía en el siglo XXI
El caso de la joven de Gamonal recuerda a los antiguos juicios de Ordalía, donde se invocaba el juicio de Dios para determinar la culpabilidad o inocencia de una persona a través de pruebas extremas. Aunque estas prácticas desaparecieron en la Europa moderna con la llegada del Derecho Romano, los exorcismos se podrían encuadrar en un tipo de juicio similar, donde es un consagrado quien determina si una persona está poseída o no. Esta atribución, en términos católicos, roza la blasfemia, al colocar en manos humanas un juicio que debería pertenecer solo a lo divino.
Consecuencias trágicas y la investigación posterior
El caso terminó de manera trágica cuando, años después de los exorcismos, la joven falleció en Salamanca con 22 años. Fue encontrada inconsciente en su residencia universitaria después de haber consumido una importante cantidad de pastillas. A pesar de la gravedad de los hechos, la Iglesia intentó suavizar la situación, alegando que los exorcismos fueron un último recurso ante el fracaso de los tratamientos médicos convencionales. Sin embargo, la influencia de un sector ultraconservador de la Iglesia y la presión de un entorno religioso extremadamente devoto plantean serias dudas sobre la ética y la efectividad de estos rituales.
El Arzobispado de Burgos intentó justificar la acción del exorcista, asegurando que este solo buscaba ayudar a unos padres desesperados por la situación de su hija. Sin embargo, el caso generó un fuerte debate sobre los límites de la intervención religiosa en problemas de salud mental y el papel de la Iglesia en estos casos.
En 2015, tanto el sacerdote Jesús Hernández como la catequista de la joven fueron imputados a petición de los tíos maternos que ejercían de acusación popular. La causa se terminó cerrando por falta de pruebas en 2017.
Exorcismos en la iglesia actual: una práctica vigente
Hoy en día, la Iglesia en España cuenta con 15 sacerdotes dedicados a practicar exorcismos, lo que demuestra que, a pesar de las críticas y controversias, estos rituales siguen teniendo un lugar en la práctica religiosa. El caso de la joven de Burgos es un recordatorio de los peligros de mezclar creencias religiosas extremas con problemas de salud mental, y de cómo las prácticas medievales aún pueden tener un impacto devastador en la vida moderna.
Este caso fue adaptado al cine en la película 13 exorcismos, dirigida por Jacobo Martínez y protagonizada por José Sacristan.