La noche del crimen de los marqueses de Urquijo
En la madrugada del 1 de agosto de 1980, Rafael Escobedo, yerno de los marqueses de Urquijo, fue conducido por su amigo Javier Anastasio hasta la residencia de los Urquijo en Somosaguas, una urbanización en las afueras de Madrid. Escobedo llevaba consigo una bolsa de deporte con una pistola y otros objetos. Sin que Anastasio lo supiera, Escobedo había planeado asesinar a sus suegros, los marqueses de Urquijo.
Al llegar a la residencia, Escobedo entró en la casa sin dificultad, accediendo al interior tras romper un cristal y usando un soplete para abrir una puerta. Se dirigió a la primera planta, donde los marqueses dormían. Armado con una pistola a la que había acoplado un silenciador, Escobedo disparó al marqués mientras dormía, matándolo al instante. Al intentar salir, un disparo accidental despertó a la marquesa, quien fue asesinada por Escobedo poco después.
Descubrimiento de los cuerpos y primeras investigaciones
La mañana del 1 de agosto, cuando el chófer de los marqueses llegó a la casa, notó que algo no estaba bien. Tras no obtener respuesta de sus patrones, subió a las habitaciones y descubrió la macabra escena. La noticia del asesinato se extendió rápidamente, y los periodistas se congregaron en la residencia de Somosaguas. Entre los primeros en llegar al lugar estaba Diego Martínez Herrera, administrador de los Urquijo, quien causó sospechas al destruir documentos en el jardín de la casa.
A pesar de las tensiones entre los hijos de los marqueses y sus padres, la policía no encontró pruebas que implicaran directamente a Juan y Myriam de la Sierra, hijos de los marqueses, en el crimen.
La detención de Rafael Escobedo
La investigación parecía estancada hasta que, meses después, un niño encontró una pistola en el pantano de San Juan que coincidía con el arma del crimen. Esta pista condujo a la detención de Rafael Escobedo, cuyo padre poseía una colección de armas. Tras una noche de interrogatorios en la Dirección General de Seguridad, Escobedo confesó su participación en el crimen, aunque aseguró que no actuó solo y nunca delató a sus supuestos cómplices.
Escobedo fue condenado a 53 años de cárcel en 1983, aunque siempre mantuvo que no fue él quien disparó. Su condena generó controversia, y en 1983 se reabrió el caso tras nuevas revelaciones que implicaban a otros posibles participantes, como Javier Anastasio y Mauricio López-Roberts.
Misterios y escándalos
La reapertura del caso llevó a la detención de Javier Anastasio, quien huyó a Brasil en 1987, evitando así ser juzgado. Mientras tanto, Escobedo fue encontrado muerto en su celda en 1988, en lo que se determinó oficialmente como un suicidio, aunque la presencia de cianuro en su cuerpo levantó sospechas de que podría haber sido asesinado.
El caso dejó más preguntas que respuestas. ¿Quiénes fueron los cómplices de Escobedo? ¿Qué papel jugaron realmente los hijos de los marqueses? Estas incógnitas han mantenido vivo el interés por el crimen durante más de cuatro décadas.
Consecuencias y legado
Myriam y Juan de la Sierra Urquijo, hijos de los marqueses, heredaron la fortuna familiar, aunque la casa de Somosaguas, escenario del crimen, ha permanecido marcada por el trágico suceso. La mansión ha sido puesta en venta varias veces, y el misterio en torno al crimen continúa siendo un tema de especulación y debate.